Los procesos de reconstrucción posteriores a catástrofes deben tender, con la mayor celeridad posible, a proporcionar un primer refugio así como también a iniciar la reconstrucción de la dimensión comunitaria de las áreas destruidas. Muchas catástrofes han demostrado que una reconstrucción limitada a proveer un simple refugio, puede tener efectos extremadamente negativos en el desarrollo de una comunidad. Una catástrofe no destruye solo el patrimonio arquitectónico sino que además altera un patrimonio social construido a través de los siglos. Especialmente las comunidades pequeñas están sujetas, por esto, al riesgo de su completa e irreversible desaparición. Un planteamiento que no tenga en cuenta, debido a las urgencias, la necesidad de actuar no solo sobre las unidades habitacionales, sino también sobre el patrimonio social, podría afectar dramáticamente al desarrollo de la comunidad afectada. Si observamos la experiencia italiana, uno de los aspectos más traumáticos posteriores a los últimos sismos, ha sido el rechazo de parte de la población afectada hacia las arquitecturas temporales, containers, etc., en los cuales el concepto de vida comunitaria era inexistente. Este sentimiento de desapego ha registrado episodios extremos, sobretodo por parte de la población anciana, con sentimientos de confusión ligado a la pérdida repentina de arraigo a la propia comunidad. Por tanto, la reconstrucción de la comunidad junto con las unidades habitacionales se antoja una necesidad que la estrategia proyectual debe reflejar para dar una respuesta rápida, adecuada y económicamente sostenible. Este texto desea describir algunas hipótesis desarrolladas en el seno de la investigación universitaria, de soluciones arquitectónicas ante situaciones de emergencia que pretenden, con una acción de transformación social, generar un nuevo tejido comunitario, similar al precedente. Existen algunos factores comunes sobre los cuales se ha desarrollado un proceso proyectual que ha sido aplicado a diversas realidades geográficas, a diferentes contextos territoriales. Un primer aspecto es la integración de funciones, de modo que los nuevos módulos habitacionales deben ser, más que elementos autistas, una estructura integrada que estimule las relaciones sociales y que produzca beneficios para sus habitantes. En una comunidad cada persona desempeña un papel, el cual debe ser recuperado inmediatamente. Esto significa que los módulos habitacionales deben proveer espacios para oficinas, laboratorios artesanales, negocios, así como también pequeños espacios para huertas que garanticen un autoabastecimiento alimentario. La dimensión social debe ser acentuada por el modo de agregación de las unidades habitables, por el modo de generar espacios colectivos en donde la comunidad pueda reencontrarse y reconstruirse. Este planteamiento debe ir acompañado de aquellas estrategias que supongan una reducción de costes, fundamentalmente simplificando los procesos constructivos mediante la autoconstrucción. La autoconstrucción permite un abaratamiento de costes así como la participación de la comunidad local en la regeneración posterior a una catástrofe, lo cual favorece el desarrollo de una nueva cohesión social. Esto significa que se debe evitar que la población afectada por una catástrofe viva la reconstrucción como una experiencia traumática, y que, asimismo, pueda contribuir a conservar y evolucionar la memoria del patrimonio cultural tangible de la comunidad.

Arquitecturas de emergencia y continuidad social / Morone, A.; Verde, G.. - In: REVISTA EIDOS. - ISSN 1390-5007. - Dic. 2017:N.10(2017), pp. 1-19.

Arquitecturas de emergencia y continuidad social

A. Morone
;
2017

Abstract

Los procesos de reconstrucción posteriores a catástrofes deben tender, con la mayor celeridad posible, a proporcionar un primer refugio así como también a iniciar la reconstrucción de la dimensión comunitaria de las áreas destruidas. Muchas catástrofes han demostrado que una reconstrucción limitada a proveer un simple refugio, puede tener efectos extremadamente negativos en el desarrollo de una comunidad. Una catástrofe no destruye solo el patrimonio arquitectónico sino que además altera un patrimonio social construido a través de los siglos. Especialmente las comunidades pequeñas están sujetas, por esto, al riesgo de su completa e irreversible desaparición. Un planteamiento que no tenga en cuenta, debido a las urgencias, la necesidad de actuar no solo sobre las unidades habitacionales, sino también sobre el patrimonio social, podría afectar dramáticamente al desarrollo de la comunidad afectada. Si observamos la experiencia italiana, uno de los aspectos más traumáticos posteriores a los últimos sismos, ha sido el rechazo de parte de la población afectada hacia las arquitecturas temporales, containers, etc., en los cuales el concepto de vida comunitaria era inexistente. Este sentimiento de desapego ha registrado episodios extremos, sobretodo por parte de la población anciana, con sentimientos de confusión ligado a la pérdida repentina de arraigo a la propia comunidad. Por tanto, la reconstrucción de la comunidad junto con las unidades habitacionales se antoja una necesidad que la estrategia proyectual debe reflejar para dar una respuesta rápida, adecuada y económicamente sostenible. Este texto desea describir algunas hipótesis desarrolladas en el seno de la investigación universitaria, de soluciones arquitectónicas ante situaciones de emergencia que pretenden, con una acción de transformación social, generar un nuevo tejido comunitario, similar al precedente. Existen algunos factores comunes sobre los cuales se ha desarrollado un proceso proyectual que ha sido aplicado a diversas realidades geográficas, a diferentes contextos territoriales. Un primer aspecto es la integración de funciones, de modo que los nuevos módulos habitacionales deben ser, más que elementos autistas, una estructura integrada que estimule las relaciones sociales y que produzca beneficios para sus habitantes. En una comunidad cada persona desempeña un papel, el cual debe ser recuperado inmediatamente. Esto significa que los módulos habitacionales deben proveer espacios para oficinas, laboratorios artesanales, negocios, así como también pequeños espacios para huertas que garanticen un autoabastecimiento alimentario. La dimensión social debe ser acentuada por el modo de agregación de las unidades habitables, por el modo de generar espacios colectivos en donde la comunidad pueda reencontrarse y reconstruirse. Este planteamiento debe ir acompañado de aquellas estrategias que supongan una reducción de costes, fundamentalmente simplificando los procesos constructivos mediante la autoconstrucción. La autoconstrucción permite un abaratamiento de costes así como la participación de la comunidad local en la regeneración posterior a una catástrofe, lo cual favorece el desarrollo de una nueva cohesión social. Esto significa que se debe evitar que la población afectada por una catástrofe viva la reconstrucción como una experiencia traumática, y que, asimismo, pueda contribuir a conservar y evolucionar la memoria del patrimonio cultural tangible de la comunidad.
2017
Arquitecturas de emergencia y continuidad social / Morone, A.; Verde, G.. - In: REVISTA EIDOS. - ISSN 1390-5007. - Dic. 2017:N.10(2017), pp. 1-19.
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Utilizza questo identificativo per citare o creare un link a questo documento: https://hdl.handle.net/11588/695774
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